Esta mañana, como muchas otras, los rayos de sol entran por mi ventana y aterrizan en mi rostro soñoliento; hora de levantarse, hora de salir a lidiar con ese monstruo que llaman ciudad. Algo desvariada me pregunto a mi misma:
Hola, Helena ¿cómo estás?
Podría estar peor, gracias
Caminamos por las calles en el trajín del día a día; mientras los rayos nos succionan hasta las últimas gotas de sudor.
Es un lunes como cualquiera, al menos para mí lo es. El tráfico es un caos siempre, aunque hoy más de lo normal. Centenares de personas cargan una estatua, mujer vestida de negro con rosas y espinas en la frente; claro, ya recuerdo es la bella sadomasoquista, Santa Rosa de Lima.
Mis recuerdos me transportan a un aula lleno de niños; y ahí estoy, sentada, mientras el profesor nos habla de ella:
_ Nació el 30 de abril de 1586 en la ciudad de Lima, su nombre original fue Isabel Flores de Oliva. Sus padres fueron Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan de Puerto Rico, con la limeña María de Oliva... bla bla bla.
El sueño me atacaba, y terminaba como siempre dormida en las clases de religión; un grito del profesor me hace despertar sobresaltada mientras mis compañeros sueltan carcajadas; ya estaba acostumbrada, ¡genial! no recuerdo nada de ella, sólo que es limeña porque su nombre lo indica.
Ladrones camuflados entre la gente devota hacen su agosto en agosto.
Que si fue santa, que si fue pura, que si se preocupaba en demasía por los demás, ya no importa, al fin y al cabo está muerta.
Rostros esperanzados hacen cola para lanzar sus cartas al pozo, llenas de pedidos y agradecimientos por los milagros concedidos; mientras se empujan y meten mano.
* ¡Gracias, niña linda, porque sanaste a mi hijo! ¡gracias,bendita seas!
Gritó una madre con el rostro surcado de lágrimas y arrugas ¡qué conmovedora escena!, no me gusta ver a madres llorando, aunque el saber que ésta llora de alegría me tranquiliza.
Una mujer gorda y morena, bañada en sudor por la cercanía que tantos cuerpos le producen, se acerca a mí gentilmente.
*Señorita, tengo estampitas y calendarios de la santa Rosita, cualquiera a sólo un solsito, cómpreme señorita
* No señito, gracias -contesto amablemente mientras continúo mi camino. La mujer como buena vendedora no quiso dar por perdida una venta más e insistentemente comenzó a seguirme mientras continuaba ofreciéndome sus calendarios y estampitas.
*Cómpreme señorita, Santa Rosita es buena, ella la va a cuidar y va a cumplirle todos los milagritos que le pida, a sólo un solsito madrecita.
*Señora, ya le dije que no deseo, gracias.
y se quedó parada unos instantes, luego dió la vuelta y se metió entre el gentío mientras gritaba:
¡Santa Rosita te va a castigar!
Seguí caminando mientras murmuraba: Sí, que me flagele el cuerpo, debe ser exitante.
Bien sólo me falta cruzar una calle y dejaré atrás a los devotos y los ensordecedores sonidos de cláxones. En esas calles que odio (doble vía y sin semáforo) tener que esquivar los carros y "combis asesinas" es una proeza.
Un lunes como cualquiera, una tarde agitada, y una noche muy fresca; es algo reconfortante saber que tu día no fue tan malo.
Hola, Helena ¿cómo estás?
Podría estar peor, gracias
Caminamos por las calles en el trajín del día a día; mientras los rayos nos succionan hasta las últimas gotas de sudor.
Es un lunes como cualquiera, al menos para mí lo es. El tráfico es un caos siempre, aunque hoy más de lo normal. Centenares de personas cargan una estatua, mujer vestida de negro con rosas y espinas en la frente; claro, ya recuerdo es la bella sadomasoquista, Santa Rosa de Lima.
Mis recuerdos me transportan a un aula lleno de niños; y ahí estoy, sentada, mientras el profesor nos habla de ella:
_ Nació el 30 de abril de 1586 en la ciudad de Lima, su nombre original fue Isabel Flores de Oliva. Sus padres fueron Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan de Puerto Rico, con la limeña María de Oliva... bla bla bla.
El sueño me atacaba, y terminaba como siempre dormida en las clases de religión; un grito del profesor me hace despertar sobresaltada mientras mis compañeros sueltan carcajadas; ya estaba acostumbrada, ¡genial! no recuerdo nada de ella, sólo que es limeña porque su nombre lo indica.
Ladrones camuflados entre la gente devota hacen su agosto en agosto.
Que si fue santa, que si fue pura, que si se preocupaba en demasía por los demás, ya no importa, al fin y al cabo está muerta.
Rostros esperanzados hacen cola para lanzar sus cartas al pozo, llenas de pedidos y agradecimientos por los milagros concedidos; mientras se empujan y meten mano.
* ¡Gracias, niña linda, porque sanaste a mi hijo! ¡gracias,bendita seas!
Gritó una madre con el rostro surcado de lágrimas y arrugas ¡qué conmovedora escena!, no me gusta ver a madres llorando, aunque el saber que ésta llora de alegría me tranquiliza.
Una mujer gorda y morena, bañada en sudor por la cercanía que tantos cuerpos le producen, se acerca a mí gentilmente.
*Señorita, tengo estampitas y calendarios de la santa Rosita, cualquiera a sólo un solsito, cómpreme señorita
* No señito, gracias -contesto amablemente mientras continúo mi camino. La mujer como buena vendedora no quiso dar por perdida una venta más e insistentemente comenzó a seguirme mientras continuaba ofreciéndome sus calendarios y estampitas.
*Cómpreme señorita, Santa Rosita es buena, ella la va a cuidar y va a cumplirle todos los milagritos que le pida, a sólo un solsito madrecita.
*Señora, ya le dije que no deseo, gracias.
y se quedó parada unos instantes, luego dió la vuelta y se metió entre el gentío mientras gritaba:
¡Santa Rosita te va a castigar!
Seguí caminando mientras murmuraba: Sí, que me flagele el cuerpo, debe ser exitante.
Bien sólo me falta cruzar una calle y dejaré atrás a los devotos y los ensordecedores sonidos de cláxones. En esas calles que odio (doble vía y sin semáforo) tener que esquivar los carros y "combis asesinas" es una proeza.
Un lunes como cualquiera, una tarde agitada, y una noche muy fresca; es algo reconfortante saber que tu día no fue tan malo.